Agentes de la UEL

Los directores de la UEL en estos diez años (desde la izquierda: Dr. Pablo Goloboff, Dra. Claudia Szumik y Dr. Marcos Mirande).

La vice directora de la UEL, Dra. Florencia Vera Candioti y el director Marcos Mirande

El 10 de julio de 2024 va a ser un día difícil de olvidar para la comunidad de la Unidad Ejecutora Lillo (UEL): es que hace exactamente 10 años abría por primera vez sus puertas este centro científico de doble dependencia entre el CONICET NOA Sur y la Fundación Miguel Lillo (FML), de reconocimiento mundial por sus destacados aportes a las áreas de la taxonomía, sistemática y biología evolutiva, enmarcadas en el campo de la Biología Comparada.

Desde 2014 que sus autoridades y el conjunto de especialistas que la conforman se pusieron de acuerdo en perseguir un objetivo preciso: promover estudios de la biodiversidad a través de la implementación de métodos innovadores; tal es así que, desde ese momento, la UEL se convirtió en una institución de referencia por su compromiso con la investigación empírica y el desarrollo de nuevas herramientas computacionales, que no está de más señalar son usadas por referentes en la temática de distintos rincones del planeta.

Alojado en el edificio de FML, que a su vez está emplazado en el complejo de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT, este centro no sólo está comprometido con el ámbito académico en la formación de profesionales del más alto nivel y la generación de conocimiento científico: la caracteriza además un profundo compromiso por la conservación de especies amenazadas y la formulación de políticas públicas orientadas a la protección del medio ambiente.

La UEL también mira hacia afuera, a través la promoción de distintas actividades educativas y la producción de piezas comunicacionales con el propósito de interpelar a la sociedad acerca de la importancia de los estudios relacionados con la naturaleza, y para democratizar el valioso conocimiento que allí se genera.

Diez años de producción científica de calidad

“Alrededor del 2012 decidimos que teníamos una masa suficiente como para constituir un grupo formal de trabajo, y comenzamos las negociaciones con la Fundación Miguel Lillo”, recuerda el primer director del instituto, Pablo Goloboff, reconociendo que hasta ese momento no existía una asociación formal entre colegas, más allá de las colaboraciones que resultaban de afinidades temáticas. Es por eso que, según el investigador, lo que esperaban era crear una Unidad Ejecutora que sirviera para poder definir mejor la identidad del grupo y los temas de trabajo, frente a los demás actores del sistema científico local.

Ya fundada en 2014, al día de hoy se puede afirmar que la producción científica de la UEL es inconmensurable, con contribuciones a la generación de conocimiento en Taxonomía y Filogenia de diversos grupos de organismos actuales -plantas, múltiples clases de vertebrados, arácnidos y variados grupos de insectos- y fósiles –de plantas e invertebrados-, e investigaciones en Metodología y el desarrollo de softwares específicos para el análisis de datos evolutivos y moleculares, con la cuantificación de los resultados obtenidos. Y si bien ya fue aclarado que todo este acervo se encuadra en el ámbito de la Biología Comparada, considerando el contexto delineado por los antiguos naturalistas, se revitalizaron esas clásicas perspectivas metodológicas e incorporaron herramientas de análisis y de relevamiento de datos modernas.

Estos son programas computacionales que utilizan los propios equipos de trabajo del instituto, pero que además se encuentran disponibles para su descarga gratuita en plataformas online, como es el caso de TNT (Tree analysis using New Technology), diseñado precisamente por Goloboff. El investigador superior del CONICET y Konex de Platino 2023 por sus aportes en investigación y desarrollo al área de las Ciencias de la Información e Inteligencia Artificial, elaboró este modelo informático en 1998 que permite establecer estudios filogenéticos cuantitativos con inmensa agilidad y eficiencia. Se trata de un sistema capaz de demarcar interacciones evolutivas –debido a que reconoce los grados de cercanía de ancestros comunes- entre seres vivos, pero también entre objetos inanimados como planetas, y hasta entre cuestiones abstractas, como las lenguas.

El trabajo de otros equipos es fundamental además para identificar áreas de endemismo -ámbito geográfico reducido donde se puede hallar a una determinada especie-, entender la vicarianza (distribución de especies) y contribuir al conocimiento global de la biodiversidad. En este sentido, todo el conocimiento que se genera no queda allí; parte de él se esparce entre pares de la comunidad científica extranjera con implicancia en temáticas que están emparentadas, y con colegas nacionales, regionales y locales.

El ganador del premio Konex señala que “la ciencia es hoy altísimamente especializada, y es muy difícil que los colegas de otras disciplinas estén en condiciones de juzgar por sí mismos la calidad de las investigaciones y desarrollos que se llevan a cabo en disciplinas que no sean afines a las suyas. Y ni hablar del público en general”. Al respecto, agrega: “Esta calidad puede juzgarse, indirectamente, por el impacto e influencia entre colegas de la especialidad, que –a través de disciplinas científicas—queda indicada no sólo con la cantidad de trabajos publicados o la calidad de las revistas donde se publican, sino sobre todo a través de números de citas de trabajos y de la persistencia en el tiempo de estos indicadores de influencia”. Y concluye: “Los trabajos que nosotros publicamos están siendo citados o usados como ejemplo por investigadores de otros centros del país, e internacionalmente también, lo que nos enorgullece y nos indica que vamos por buen camino”.

Transferencia al medio y vinculación interinstitucional

“Uno de los logros más destacados es el carácter internacional y multidisciplinario de nuestras investigaciones. Aunque a menudo trabajamos con la fauna local, nuestros proyectos trascienden fronteras gracias a nuestras colaboraciones con colegas de Brasil, Cuba, Colombia, y de Europa y África, sin dejar de lado las alianzas regionales”, subraya el actual responsable del instituto, Marcos Mirande. Asimismo, destaca la dedicación que abocan al conocimiento de las especies y sus relaciones, lo cual es fundamental para cualquier investigación que utilice la biodiversidad como recurso. “Prácticamente todos los estudios biológicos se basan en la sistemática, y en este campo, la UEL es el principal referente en el norte argentino y uno de los más importantes del país. De hecho, en las reuniones nacionales de sistemática somos casi los únicos que presentamos trabajos relacionados con la biodiversidad, el descubrimiento de nuevas especies y las alteraciones filogenéticas entre ellas”, revela, al tiempo que destaca las numerosas colecciones biológicas con las que cuentan, que son fundamentales para el trabajo que realizan en cada uno de los campos de investigación.

“Preservamos también una tradición de mentoría que es crucial para aprender sistemática de manera efectiva, aspecto que nos permite consolidar nuestra identidad institucional”. Este modelo sugiere la relación profesor-discípulo o director-dirigido, que se remonta a un siglo en algunos casos y que, en palabras de Mirande, es indispensable para garantizar la calidad y el avance de las líneas de investigación de la UEL.

Por otro lado, vale destacar que en los últimos años se fortaleció la relación de la UEL con la sociedad como consecuencia de la continuidad de iniciativas previas que terminó de consolidar Claudia Szumik, investigadora principal del CONICET y ex directora del instituto durante el período 2019-2023. Su gestión fue una bisagra para lograr el fortalecimiento de la estructura institucional, con la inauguración -por ejemplo- de la Estación Biológica Batiruana (EBB) en el Departamento de Alberdi, al sur de Tucumán. “En términos de actividades grupales, quiero destacar esta que comenzamos con los primeros acercamientos para conseguir los avales institucionales durante la dirección de Goloboff, a mediados del 2016”, señala.

Años más tarde, en 2019, la EBB ya era una realidad y quedaban por delante tareas para coordinar refacciones y obtener financiamientos nacionales y provinciales, que serían de utilidad para realizar relevamientos de la flora y fauna locales y promover estudios del medio ambiente, así como también para la generación de talleres, cursos de postgrado y actividades con escuelas, tanto para la comunidad de la zona como para la académica de la provincia. “La estación no es sólo un lugar físico en el sur de la provincia, sino también la comunión de vivencias y el conocimiento de los pobladores, de manera que su gesta y existencia se debe a la colaboración de muchísimos actores”, reflexiona Szumik.

Ese mismo año se produce el lanzamiento de Universo Tucumano, la revista pública de la UEL que ya lleva una centena de fascículos publicados, y a la que se puede acceder gratuitamente de manera online para conocer estudios relacionados con la biodiversidad de la provincia. En este sentido, Mirande sostiene que “este material de divulgación es uno de los resultados más importantes de nuestra relación con la Fundación Miguel Lillo”.

Como si esto fuera poco, en 2019 también se crea el Bioterio de la UEL. Esta área de investigación esta inscripta actualmente en la Red Nacional de Bioterios y «cumple funciones primordiales para el día a día de muchos de nosotros que criamos material para su estudio», señala Szumik.

A estas actividades se suman las de extensión en el marco de ferias de ciencia y tecnología, y las que se realizan en establecimientos educativos destinadas a docentes y alumnos que atraviesan distintos niveles de formación.

La importancia del entorno laboral

En el transcurso su gestión, Szumik declara que lo que se buscaba era consolidar la estructura del grupo: “Nos enfocamos en democratizar la gestión a través de un consejo directivo más activo, capaz de tomar decisiones, mejorar propuestas y resolver de manera institucional la administración discrecional de los recursos que, como bien sabemos, tiende a generar injusticias”. Asimismo, comenta que los grupos de trabajo se vieron fortalecidos como resultado de la división en áreas temáticas, con un representante por equipo en la coordinación. También pondera el trabajo de las áreas de administración y gestión para el crecimiento del instituto: “La presencia de personal técnico profesional en un grupo como el nuestro, acostumbrado a la ausencia de recursos básicos, nos afianzó e impulsó más aún como grupo productor de ciencia”.

Reconoce también que, en su tiempo como directora de la UEL, cobraron relevancia las propuestas que ponen en el acento en la equidad de género y calidad laboral. En este aspecto, se generaron nuevos espacios de escucha, con intercambio de ideas a través de talleres y seminarios. “Más allá de mi gestión, contamos en el grupo con mujeres que obtuvieron cargos destacados en el ejercicio de la profesión”, admite.

Otro indicador que acompaña y ayuda a mantener un buen ámbito de trabajo es el que señala Goloboff, y que hace referencia a que las relaciones entre pares de la UEL son bastante horizontales. “Yo veo que en otros espacios de trabajo las direcciones renuevan sus mandatos, prolongándolos más tiempo. Nosotros, con sólo 10 años, vamos por nuestro tercer director”, confiesa, y justifica: “Yo veo que en otros grupos de trabajo a veces, lamentablemente, las sucesiones de mandatos llevan a verdaderos cismas. El hecho de ser director, en nuestro grupo, es sólo una obligación y un acto de servicio, que, si bien nos quita tiempo de las investigaciones que nos gusta hacer, es claramente algo que se hace en pos del `bien común´”.