Durante la semana pasada se desarrolló la XLI reunión anual de la Willi Hennig Society, en la ciudad de México. Entre las/os asistentes hubo varios argentina/os, de los cuales la mayoría es de la UEL. Considerando los tiempos que corren y que México está a 7973 km de Buenos Aires, son una “multitud” las siete personas de la UEL que participaron de esa reunión. Siete de las ocho que fueron desde Argentina. En esta nota queremos contarles el vínculo que tiene la WHS con la UEL y cómo eso impacta en los estudios sistemáticos y biogeográficos en Tucumán y en el país.

 

Representantes de la Unidad Ejecutora Lillo en el XLI Hennig Meeting, México 2024. De izquierda a derecha: Pablo Goloboff, Dolores Casagranda, Santiago Catalano, Omar Saguir, Natalia González Piñerez y Alejandro Méndez. La séptima expositora de la UEL es Gabriela Dantur, que no coincidió para la foto. Gabriela, Natalia, Alejandro y Omar son estudiantes de doctorado con directores en la UEL.

¿Pero qué es la Willi Hennig Society y qué tiene que ver con la UEL?

Para responder eso, hay que comenzar desde antes. Una de las principales cosas que investigamos en la UEL son las relaciones “de parentesco” (filogenéticas) entre las especies y cómo se distribuyen geográficamente como producto de su evolución. Hace bastante que en “el Lillo” hay investigadoras/es trabajando en ello, pero lógicamente no pudimos estar presentes y documentar cómo evolucionaron las especies mientras eso sucedía, durante millones de años. Por ello tenemos que usar herramientas metodológicas para reconstruir esa historia en forma de árboles filogenéticos. Esos gráficos divergentes ilustran la relación entre las especies y sus ancestros hipotéticos, situados en los nodos (ramificaciones) de esos árboles. Y todos sabemos que, cuando hay un problema, en general hay más de una solución posible y que ponernos de acuerdo entre personas es complicado incluso aunque seamos científicos y estemos de acuerdo en que hay que basarse en evidencia y procedimientos que aceptemos como lógicos.
La cuestión es que, más allá de las clasificaciones “a ojímetro” que se hacían antes del advenimiento de las computadoras y los métodos explícitos, hay dos líneas de desarrollo de metodología filogenética que son antagónicas en muchos aspectos. Muchos colegas sistemáticas/os son “generalistas” y trabajan en ambos paradigmas simultáneamente o, incluso, usan los métodos que los editores soliciten con amabilidad variable. Sin embargo, ambas líneas argumentales se basan en ideas diferentes sobre cómo “funciona” la evolución y hasta podría decirse que tienen expectativas diferentes sobre cuánto podamos acercarnos a una “verdad” sobre la evolución de las especies.
En resumen y sin entrar en más detalles, el cisma existe entre una línea probabilística basada en modelos evolutivos definidos a priori y otra línea que prioriza la preferencia lógica por las hipótesis que contengan la menor cantidad posible de información para la cual no tengamos evidencia y que no requiere de suposiciones previas sobre cómo funciona la evolución. Probabilidades y modelos versus “navaja de Ockham” y criterio de Parsimonia.
El más antiguo y nuestro de esos métodos es el de Parsimonia, bosquejado por el entomólogo alemán Willi Hennig en 1950. La posición a nivel mundial que tenía el Lillo ya en ese momento y el vínculo con la vanguardia metodológica en sistemática quedan ejemplificados por el hecho de que el mismo Hennig había publicado dos artículos en el Acta Zoologica Lilloana en 1948, en una época mucho menos globalizada, claro. Al final de la segunda guerra mundial y en medio de la guerra civil española, hubo una política activa para captar científicos europeos que vinieran a hacer escuela en el Lillo, y entre ellos estuvieron los primeros en publicar clasificaciones basadas en las ideas de Hennig. Entre ellos el ruso Nicolai Kusnezov, el húngaro Martin Aczél, el catalán Francisco de Asis Monrós y el aleman Petr Wygodzinski. La traducción al español del libro de Hennig (Grundzüge Einer Theorie der Phylogenetischen Systematik, 1950) fue encomendada en 1961 al mastozoólogo (especialista en mamíferos) Osvaldo Reig, aunque “los pasillos” apuntan a que el mismo Wygodzinski habría contribuido sustancialmente a la misma, que fue completada en 1968 y publicada en EUDEBA. Ambos trabajaban en el Lillo durante esa época, y la primera edición argentina salió apenas después que la de habla inglesa, en 1966. Luego de esas traducciones, esos métodos fueron desarrollándose, sobre todo en Estados Unidos, e implementándose en casos reales a medida que las computadoras iban mejorando y popularizándose.
El máximo referente metodológico en los comienzos de la “cladística” (así se llama el método) y uno de los fundadores de la Willi Hennig Society es Steve Farris con quien en 1989, durante su doctorado, Pablo Goloboff coincidió en el American Museum of National History (AMNH) de New York. Como curiosidad, Farris había publicado desarrollos metodológicos congruentes con las ideas de Hennig antes de leer a Hennig. Cuando Goloboff ingresó a la carrera de Investigador de CONICET, con lugar de trabajo aquí en Tucumán, ya había hecho aportes metodológicos y de programación de software específico para hacer búsquedas de árboles filogenéticos, además de sus investigaciones en aracnología. Eso produjo un gran impulso para el desarrollo y uso de métodos filogenéticos y eventualmente biogeográficos.

 

Asistentes a la XIII Reunión Argentina de Cladística y Biogeografía, en Abril de 2019 que habían estado también en la I Reunión, de 1997. Ambas RACB se llevaron a cabo en Tucumán. De izquierda a derecha: Lone Aagesen, Carlos Molineri, Claudia Szumik, Adriana Chalup, Jonathan Liria, Ignacio Ávila, Ricardo Montero, Camilo Mattoni, Diego Pol, David Flores, Martín Ramirez, Sara Bertelli, Julián Faivovich, Pablo Goloboff, Marta Cigliano y Norberto Giannini.

Goloboff mantuvo contacto con investigadores de la WHS, con sede en Estados Unidos, e impulsó la creación de las Reuniones argentinas de Cladística y Biogeografía (RACB), que se organizan ininterrumpidamente cada más o menos 1,5 años en diferentes lugares del país (la próxima es en Posadas). La confluencia de esta oleada cladística itinerante, las ideas y prácticas taxonómicas que ya tenían gran tradición en Argentina y el aporte de otras/os investigadoras/es que fueron retornando al país luego del éxodo masivo de científicos en la década de 1990 produjeron un renacer de la sistemática en Argentina, del cual Tucumán fue epicentro, o al menos uno de ellos. Las RACB reciben aportes económicos y aval institucional de la WHS y normalmente cuentan con la visita de algunos de sus principales referentes extranjeros.
Esto sucedió antes de que exista la UEL. Las/os investigadoras/es que luego fueron fundadores de la UEL eran “libres” en CONICET y/o personal de la Fundación Miguel Lillo. Cuando se creó la UEL, de la que Pablo Goloboff fue su primer Director, se consolidó este grupo de investigadoras/es en una Unidad Ejecutora de doble dependencia entre CONICET y Fundación Miguel Lillo. Más allá de que no todas/os en la UEL trabajan en filogenia, que algunas/os sean metodológicamente generalistas o incluso prefieran los métodos probabilísticos, la UEL funciona como un bastión de la WHS y su paradigma metodológico a nivel mundial. Entre los miembros actuales de la UEL, tanto Pablo Goloboff como Claudia Szumik han sido presidentes de la WHS, Dolores Casagranda es actualmente vicepresidenta, Santiago Catalano es editor asociado de Cladistics (revista científica de alto impacto publicada por la WHS), Marcos Mirande es el encargado de los premios a estudiantes que les permiten viajar a los “Meetings”. Varios integrantes de la UEL están o estuvieron en el council y son fellows. Por supuesto que otros investigadores destacados en el país también tienen una fuerte conexión con la WHS, habiendo sido parte del council o en calidad de fellows, como Martín Ramírez, Julián Faivovich, Diego Pol (MACN), Adriana Marvaldi (MLP), Lone Aagesen (IBODA), Juliana Sterli, Ignacio Escapa (MEF), o Camilo Mattoni (IDEA).

Entonces, esta afluencia de gente desde Tucumán en México no es casual, sino que forma parte de la historia importante de la UEL desde antes de que exista como tal. Además, considerando que la mayoría de ellos son estudiantes de doctorado, es algo que proyecta el ciclo natural de la herencia lilloana en sistemática. De hecho, cerrando esta nota nos llegó la noticia de que Gabriela Dantur ha ganado el Willi Hennig Award (la mejor presentación oral de estudiantes). Gabriela es becaria de Sara Bertelli, ornitóloga de la UEL/FML y de Salvador Arias, quien trabaja en métodos biogeográficos en el IBS (Posadas) y que hizo su doctorado bajo la dirección de Pablo Goloboff, en la UEL. Por último, durante esta edición del Hennig Meeting se eligieron nuevas autoridades de la WHS, resultando en que el prestigioso paleontólogo argentino Diego Pol (también con estancia postdoctoral en «el Lillo», unos pocos años antes de que se constituyera oficialmente la UEL) fuera elegido como nuevo presidente de la Sociedad.

 

Gabriela Dantur al momento de recibir del Presidente (saliente) de la WHS, Stefan Richter, el Willi Hennig Award.

 

Autor: Dr. Marcos Mirande