"La descarbonización de la economía es un desafío global"
"La descarbonización de la economía es un desafío global"
Santiago José Paz, integrante de la Comisión Asesora Vitalicia de la FML y experto en desarrollo de proyectos bioenergéticos para mitigación del cambio climático, despeja dudas sobre la relación entre matriz energética y cambio climático. Datos y proyecciones en el país.
"La Fundación Miguel Lillo (FML) es una entidad descentralizada y autárquica dedicada a la investigación de la Flora, Fauna y Geología del Noroeste Argentino. Las áreas científicas de la institución desarrollan y publican estudios en el ámbito de 14 institutos y laboratorios, que forman parte de las direcciones de Botánica, Zoología, Geología y Biología Integrativa. El cambio climático ocasionado por el calentamiento global afecta a todas y a cada una de las áreas científicas que son objeto de estudio de la FML, por eso resulta imprescindible comprender la problemática y su impacto en estas áreas", sostiene Santiago José Paz*, integrante de la Comisión Asesora Vitalicia de la Fundación. El especialista en desarrollo de proyectos bioenergéticos para mitigación del cambio climático, responde a FML web:
La principal causa del cambio climático es el calentamiento global ocasionado por el añadido de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la atmósfera terrestre, que a su vez provoca alteraciones en las corrientes de aire y marítimas, lo cual afecta los patrones climáticos del planeta.
En 2007, las conclusiones del cuarto Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, con el consenso de más de 1.500 científicos de todo el mundo y un grado de certeza superior al 95 por ciento, establecieron que el principal responsable de este fenómeno son los gases de combustión de los hidrocarburos fósiles, que se utilizan como fuentes de energía.
En efecto, el cambio climático es consecuencia del modelo económico y energético que adoptó el mundo a partir de la revolución industrial del carbón en el siglo XVIII y del petróleo en el siglo XX, cuando se convirtió en la principal fuente de energía. Y posibilitó la extensión de las redes eléctricas y la aparición del automóvil, que transformó la organización económica y social y la vida del hombre. Pero debido a las emisiones de anhídrido carbónico (CO2), su principal producto de combustión, el modelo arrastra estas consecuencias sobre el clima y el medio ambiente.
El CO2 es producto de la combustión de los hidrocarburos fósiles, que provén el 80-87 por ciento de la oferta de energía del mundo (87,3% en EE.UU; 79,4% en Europa; 87% en el mundo y 85,4% en Argentina; según BP Statistical Review). Y el análisis individual de los GEI, señala al CO2 que representa el 77-80% de los GEI, como el principal responsable del cambio climático -el otro 20-23% es prácticamente metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)-. La deforestación para uso agrícola de los suelos es la segunda causa de aumento del CO2 pero contribuye apenas con el 11% de las emisiones totales.
El aumento sistemático de CO2 en la atmósfera se da por el descontrolado aumento de las emisiones, sobre todo debido al consumo de carbón para generar electricidad; petróleo para el transporte, calefacción, refrigeración y usos industriales; y en menor medida del gas. Pero decididamente, no se advierte que la actividad del sector agrícola/ganadero tenga un peso decisivo o gravitante o haya tenido un crecimiento de su actividad que la convierta en responsable o determinante por sus emisiones, como para que “se le carguen culpas”. Lo que parece ser una confusión por parte de algunos sectores de ecologistas, que no alcanzan a visualizar las verdaderas causas del problema.
Un error conceptual común pasa por enfocar la problemática solamente desde la óptica de los «inventarios de emisiones», sin tener en cuenta el «balance completo» que debe incluir tanto emisiones como capturas. La mayor parte de las emisiones atribuidas a la actividad agrícola/ganadera/forestal, incluyendo cambios de uso del suelo, funcionan en esquemas de carbono neutro que no implican añadido de mayores cantidades de carbono a la atmósfera.
Los principales datos disponibles, más que a cuantificar beneficios de una transición, apuntan a concientizar sobre los peligros que supone no avanzar en ese sentido. A partir de muestras que se tomaron en glaciares en los que puede establecerse su edad geológica, se han determinado indirectamente las concentraciones de CO2 a lo largo de 800 mil años. Hasta inicios de la era industrial, las mismas fluctuaban entre 150 y 300 partes por millón (ppm), alternando períodos fríos con otros calientes. Sin embargo, a partir del uso masivo de hidrocarburos fósiles, que implica desenterrar carbono que a la naturaleza le demandó millones de años para fijar en el suelo, se viene dando un aumento persistente de la concentración de CO2 en la atmósfera que se ha convertido en exponencial en los últimos diez años. En 2019 la concentración ya superaba 415 ppm, y venía aumentando entre tres y cinco ppm por año; los especialistas marcan un punto de peligro serio para la vida en el planeta si la concentración sobrepasa las 450 ppm.
Las proyecciones, de no modificarse ese ritmo de emisiones, presagian un oscuro panorama para fines de siglo, con un aumento de temperatura superior a 4°C respecto a inicios de la era industrial. Dicho salto térmico sería equivalente al producido entre la era de hielo y la actualidad, con todas las amenazas que implica para la vida en el planeta. El panorama que empeoró incluso más después del acuerdo de Paris de 2015, demostró que los compromisos alcanzados en el mismo eran insuficientes y había que avanzar con objetivos más ambiciosos como alcanzar la carbono neutralidad para 2050, nuevo compromiso que fue adoptado también por Argentina.
La descarbonización de la economía es un camino que todos los países deben emprender, cada uno según sus circunstancias particulares. Argentina cuenta con importantes ventajas, tiene los mejores índices mundiales de radiación solar en la Puna y valles del noroeste, los mejores rendimientos eólicos en la Patagonia, un potencial enorme para la obtención de bioenergías sin conflictos con la producción de alimentos.
El principal pro de la generación eólica y solar es su menor costo respecto a otras opciones, la principal contra es que son intermitentes, lo cual implica costos adicionales de almacenamiento para compatibilizar la oferta con los picos de demanda, sean diarios o estacionales.
El hidrógeno verde puede obtenerse a partir de electrólisis utilizando fuentes eólicas o fotovoltaicas, que sería la parte más fácil de este proceso. Lo realmente difícil para esta fuente pasa por la logística, sobre todo para su uso en transporte. Es sumamente explosivo y conviene emplearlo en forma líquida, lo cual exige su manejo a temperaturas inferiores a -253°C y/o a presiones superiores a 900 bar. Exige grandes inversiones como ser costosos tanques de titanio.
En cuanto a la electromovilidad a baterías, es una opción interesante para países ricos que no disponen de fuentes energéticas alternativas. Su impacto ambiental depende en gran medida de la fuente de generación de electricidad que se utilice. Los vehículos tienen un sobrecosto de al menos USD 12 mil por unidad respecto a los convencionales, su fabricación -sobre todo la de las baterías- insume mucha más energía que los convencionales (prácticamente 1/3 de la energía medida bajo el concepto desde la cuna a la tumba, se emplea en la fabricación del vehículo) y la red de recargas exige inversiones cuantiosas (en Argentina, USD 70 mil millones para una cobertura nacional, impensable para un país que bordea el 50% de pobreza).
En Argentina, la alternativa más eficiente y de menor costo para descarbonizar el transporte pasa por el uso de biocombustibles. El país tiene potencial para alimentar 10 veces su población y además para generar excedentes para cubrir este segmento de demanda energética. El uso generalizado de biocombustibles sólo requiere pequeñas modificaciones en el parque automotor convencional y puede utilizar la infraestructura de distribución y expendio existente. El impacto ambiental comparativo de esta modalidad lo indica Volkswagen en base a mediciones realizadas sobre su modelo Taos: con nafta emite 199 gr CO2/Km recorrido, su versión eléctrica 133 gr CO2/Km y utilizando 100% de bioetanol con un motor flex emite 93 gr CO2/Km.
En materia de generación eléctrica, que supone un tercio de la demanda, Argentina dispone de potencial para alcanzar la carbono neutralidad hasta 2050 apalancándose en su potencial eólico, fotovoltaico y bioenergético. El desafío más grande pasa por la modulación de una generación mayoritariamente intermitente con las fluctuaciones diarias y estacionales de la demanda. Sin embargo, el camino a transitar se ve facilitado por las enormes disponibilidades de gas natural que dispone el país, que ayudan a realizar la transición con una alternativa más limpia respecto al carbón mineral o al petróleo.
Para el transporte, que supone otro tercio de la demanda, la mejor alternativa sería avanzar con los biocombustibles. En caña de azúcar el país solamente subutiliza 380 mil hectáreas de las más de 2,5 millones de hectáreas relevadas por el INTA como muy aptas para el cultivo, sin afectar áreas protegidas. Para bioetanol de maíz, el país destina actualmente sólo 1,8 millones de toneladas de las 55 millones que produce. En el caso del biodiesel de soja el país también tiene un potencial enorme (menos del 20% del grano con destino a biodiesel tiene destino energético, mientras que más del 80% tiene destino alimenticio).
El tercio restante que se emplea para uso industrial y residencial puede abastecerse también con una combinación de las alternativas disponibles, incluyendo el uso de biomasa en forma de pellets para calefacción de los hogares.
Los efectos del cambio climático repercuten sobre la salud de la población y sobre todo sobre la biodiversidad, que es el patrimonio que se dedica a estudiar y proteger la Fundación Miguel Lillo. La mitigación, que debe basarse fundamentalmente en la descarbonización de la economía, es un desafío global. Vivimos en una casa común y lo que se hace o se omite hacer en cualquier lugar del mundo afecta a toda la humanidad y la biodiversidad.
* Realizó asistencia para Ingeniería conceptual y básica de proyectos, experto en planeamiento estratégico y administrativo (proyecciones económico/financieras, costos, control de gestión), asesor sobre temas de comunicación y publicidad para promover la imagen del sector agro-energético y agro-alimenticio.
"La descarbonización de la economía es un desafío global"