La Fundación Miguel Lillo despide con profundo dolor a Julio Paz
La Fundación Miguel Lillo despide con profundo dolor a Julio Paz
La muerte de Julio Paz vistió de luto a la Fundación Miguel Lillo (FML). Su legado no solamente tiene que ver con el rugby, que fue la pasión de su vida y el deporte por el cual la mayoría de los tucumanos lo recuerda, sino también con su quehacer como integrante de la Comisión Asesora Vitalicia de esta institución científica a la cual le dedicó tiempo, valores y acciones durante más de 10 años.
Ingresó a la FML el 9 de abril de 2008; fue secretario y luego, vicepresidente. Durante su gestión, de la mano del presidente Eduardo García Hamilton -que falleció en 2018- y José Frías Silva -actual presidente- se concretaron importantes logros para la Fundación, entre los que se destacan la concreción del Museo histórico Miguel Lillo y su tiempo, la edición de la Colección del Bicentenario -una edición de lujo que recopila algunas de las obras más destacadas de la bibliografía tucumana- y la apertura de nuevas salas en el Museo de Ciencias Naturales.
A lo largo de su carrera como deportista, se destacó por su trayectoria como jugador, entrenador y dirigente de Tucumán Rugby; fue, además, referente del seleccionado, presidente de la URT y vocal de la comisión directiva de la UAR; ferviente defensor del federalismo. Se inició en el rugby en 1953, cuando tenía 12 años, en el club Natación y Gimnasia. Dos años más tarde llegó al club de Marcos Paz, en el que debutó en la primera con 15 años. En el libro "Históricos Naranjas", publicado por el periodista Tomás Gray, se detalla la calidad y la jerarquía de Paz que lo llevaron a integrar, en 1966, el seleccionado de Argentina que se formó con jugadores del Interior.
En cada nota periodística que circuló en los medios tras su muerte, una frase se repite: "se fue una gran persona". Autoridades y trabajadores de la Fundación Miguel Lillo adhieren a esas palabras y lo despiden con tristeza pero también con el orgullo de haberlo tenido durante tantos años trabajando, ad honorem, en pos de que la ciencia y el conocimiento de los lilloanos y lilloanas trasciendan la provincia.
¡Hasta siempre, Julio!